Transcripción para marimba de la ANDALUZA de Enrique Granados, que forma parte de sus célebres Danzas Españolas:
El concepto de esencia remite a la naturaleza ontológica más profunda de un objeto, a su sustancia subyacente, a la base inmanente que permanece bajo los fenómenos, las cualidades o accidentes. La esencia es la identidad última, el ser en sí, cuya causa no se haya más que en sí misma.
Los filósofos de la Antigua Grecia ya reflexionaban sobre esta cuestión. Platón discernía entre esencia, identificada con el mundo de las Ideas (eternas e inmutables), y existencia, ligada a la aprehensión sensorial (mundo sensible). Aristóteles, en su teoría hilemórfica concibe al Ser como conjunción (ya no dos mundos platónicos separados) entre materia (sustancia primera, corpórea) y forma (sustancia segunda, la esencia). Para la escolástica medieval, la esencia divina era un concepto central para el desarrollo de la doctrina trinitaria. Con el dualismo sustancial Descartes preconizaba la distinción entre res cogitans (análoga a las Ideas o esencia), res extensa (fenómenos corpóreos) y Dios (sustancia infinita).
Desde la filosofía moderna, la idea de esencia o de sustancia ha sido objeto de crítica. Hume, desde su epistemología empirista, solo concibe la validez de una idea si esta proviene de una impresión sensorial. Dado que la sustancia no procede del mundo sensible, es mera ilusión. Para Kant la esencia constituiría los noúmenos, en última instancia incognoscibles. El materialismo dialéctico (marxismo) rechaza la existencia en el mundo de alguna sustancia homogénea, uniforme e invariable. Para él, la sustancia, es decir, la esencia del mundo, su base, radica en la materia, que se halla en movimiento y en perpetuo desarrollo. Al mismo tiempo, el materialismo dialéctico subraya la unidad de la esencia y del fenómeno, es decir, de la materia y de las formas que reviste.
Estas controversias filosóficas sobre la idea de esencia muestran hasta qué punto es un concepto recurrente en la cosmovisión humana. Incardinada en ella, la música no es ajena a estas reflexiones. Toda música tiene su esencia, su sustrato ontológico que la cimienta, sea concebida al modo marxista como infraestructura material (formas musicales como esencia) o desde el idealismo como sustancia metafísica (música como manifestación última de la esencia del Ser).
En el caso de la Danza Andaluza de Enrique Granados, la esencia de la obra, su primer motor inmóvil, en terminología aristotélica, origen sustantivo de su lenguaje, es el sustrato popular español (de resonancias flamencas). Este elemento generador se sincretiza con los recursos de la música docta, originando un mestizaje sonoro de expresión única, cuya esencia enraíza con el canto del pueblo.
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